La belleza en los muertos

Hoy, día anterior al día de los muertos, me he ido paseando hasta el cementerio con mi ramo de flores en mano, dispuesta a depositarlo en la tumba de mis abuelos y mi tía.

Al entrar, me ha maravillado el colorido que tenía esta mañana el cementerio, cuántas flores y cuánta gente arreglando las tumbas de sus familiares.

He podido charlar un rato con los vecinos y observar cómo querían dejar bien arregladas sus tumbas y que lucieran bonitas para este día especial.

Me ha hecho pensar en cómo estos rituales y otros tantos que hacemos nos ayudan a caminar los duelos, a transitarlos, a que duelan menos, aunque duelen y tienen que doler. ¿Cómo no nos va a doler que nuestra amiga, hermana, madre, tía, abuela, abuelo, prima, amigo no vayamos a verlo más? Es muy duro hacerse a la idea de eso. Es muy duro tener la sensación de que nuestro mundo se ha parado , pero que a la vez la vida sigue. Es muy duro sentirse solo o sola porque la gente ya no sabe qué decirnos para que estemos bien. Es muy duro querer encontrarse bien y no tener ganas ni ánimo para hacer las cosas. Es muy duro sentir que no se nos entiende.

Sabemos los psicólogos que es un camino que hay que andarlo para que vaya doliendo menos, con menos intensidad. En la mayoría de las veces lo caminaremos solos, con la familia o con los amigos, pero en otras, necesitaremos la ayuda de un profesional para acompañarnos en este viaje. Si te encuentras en este segundo grupo, estaría encantada de acompañarte.